martes, 10 de febrero de 2009

MINIFICCIONES DE ENERO...

Nos llega aroma a buena literatura desde www.minificciones.com.ar: "...la selección final de las minificciones ganadoras estuvo a cargo de la escritora e investigadora venezolana Violeta Rojo. Licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela, Magíster en literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Ha publicado artículos de literatura en el Papel Literario del diario El Nacional, así como en revistas nacionales e internacionales. También ha escrito artículos sobre cine y fotografía. Entre sus libros se encuentran Breve manual para reconocer minicuentos y la antología La minificción en Venezuela. Colabora en el blog Ficción Mínima".

PRIMER PREMIO:

-A VERNOS, por Wonder

Le habían anticipado que el infierno que le tocaría era personal y sencillo. A un legítimo vanidoso como él, sólo tuvieron que confinarlo a la eternidad en un reino de ciegos.

PRIMERA MENCIÓN:

-OJOS QUE ACECHAN, por Déborah Fernández


Ojos, miles de ojos le observaban, pero él no podía verlos. Los ojos le seguían, le acosaban, pero en realidad no estaban allí. Tal fue su obsesión por los ojos que acabó quedando ciego y no vio el coche que se acercaba…

Los ojos invisibles e inexistentes observaron impasibles el final de su vida y dirigieron su mirada a otro lado, buscando otra víctima.

SEGUNDA MENCIÓN:

-OUROBOROS, por Jacinto Deleble

Cuando mister Black, el hipnotizador, tuvo finalmente en trance a la voluntaria, le indujo un peculiar mandato posthipnótico que embelesó a su público.

—A la cuenta de diez —ordenó— usted se sabrá el gran mister Black y olvidándose de sí misma tratará de hipnotizarme creyéndome su voluntario.

Los muchos murmullos y las risas contenidas de los espectadores no distrajeron a la mujer, que con determinación, una vez en curso su falso despertar, proclamó con simulada voz varonil:

—A la cuenta de diez usted caerá en un sopor tranquilo, me cederá el control de su voluntad.

Con el “diez” la falsa Black chasqueó los dedos y, sin proponérselo, ahuyentó de sí misma la sugestión, dejando en trance a su hipnotizador.

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