domingo, 28 de diciembre de 2008

UNA RESEÑA...

¡A flashear, mi amor!

(sobre Cabeza de tarro, de Rodolfo Ap Iwan)

por Damián Franckovick

Una cabeza de tarro y un cuerpo hecho poesía, de cincuenta y cuatro miembros. El libro, pues, un sujeto, o quizás, un sujetado. ¿Sujetado por quiénes? La sociedad, la urbe, la suciedad, la vida misma. La cama, el vómito y la sangre asoman de cuando en cuando, pidiendo a gritos una fuga o una tregua: “me canso de andar / o me estiro en la cama”; “he salido enamorado / olvidado en una cama”; “vomito sangre / ando a los tumbos”; “a veces vomito / escupo sangre”. La cuidad adormece, asusta, paraliza, pero hay quien resiste o, al menos, lo intenta. El bombardeo de imágenes agobia al “cerebro suelto” que pretende reencontrarse consigo mismo. Así, “un sorbo de H20”; “promoción de pepsi”; “Una estampita del Diego”; “sopa knor” pierden su triste materialidad capitalista y devienen en metáforas y música de un alma en busca. La cabeza de tarro, vaciada, pero no vacía, se sacude las penas, las tristezas, trata de liberar el cuerpo y de liberarse a través de las palabras (no sólo las consagradas por la Academia, sino también, y sobre todo, las otras, las mismas): “Quiero ser un continuo escape”; “estoy cansado”; “Salgo a la calle”. Varias anáforas y algunas sinestesias (“tengo que saltar / tengo que saltar / tengo que saltar”; “probé un montón de atardeceres”) bullen en los versos de Rodolfo como errabundos habitantes anónimos. Pero no son adornos para el deleite de los profesores de manual y corbata, sino protagonistas exigidos por la poesía misma. En efecto, la rutina, los hábitos y la percepción caótica que ofrece el paisaje urbano son las marcas de la desolación que subyace en cada bien logrado verso. Suicidas, prostitutas, sexo, asesinos, noches, cerveza, plazas, psicofármacos, alcohol… todo como por primera vez, en fin, alta poesía y algo más…

1 comentario:

  1. Genial reseña!!!
    Éxitos a todos y un buen año pro-letrario.

    Ester Primavera

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