¡A flashear, mi amor!
(sobre Cabeza de tarro, de Rodolfo Ap Iwan)
por Damián Franckovick
Una cabeza de tarro y un cuerpo hecho poesía, de cincuenta y cuatro miembros. El libro, pues, un sujeto, o quizás, un sujetado. ¿Sujetado por quiénes? La sociedad, la urbe, la suciedad, la vida misma. La cama, el vómito y la sangre asoman de cuando en cuando, pidiendo a gritos una fuga o una tregua: “me canso de andar / o me estiro en la cama”; “he salido enamorado / olvidado en una cama”; “vomito sangre / ando a los tumbos”; “a veces vomito / escupo sangre”. La cuidad adormece, asusta, paraliza, pero hay quien resiste o, al menos, lo intenta. El bombardeo de imágenes agobia al “cerebro suelto” que pretende reencontrarse consigo mismo. Así, “un sorbo de H20”; “promoción de pepsi”; “Una estampita del Diego”; “sopa knor” pierden su triste materialidad capitalista y devienen en metáforas y música de un alma en busca. La cabeza de tarro, vaciada, pero no vacía, se sacude las penas, las tristezas, trata de liberar el cuerpo y de liberarse a través de las palabras (no sólo las consagradas por
Genial reseña!!!
ResponderEliminarÉxitos a todos y un buen año pro-letrario.
Ester Primavera