miércoles, 29 de julio de 2009

ENTREVISTA AL POETA TRELEWENSE RODOLFO AP IWAN...

El calendario nos imponía el ingrato deber de padecer diciembre. El Pequeño Topo y yo desgastábamos nuestras zapatillas sobre el quemante asfalto de la avenida Fontana. Vencidos tanto por el clima como por la necesidad de mateína, decidimos hacer un alto en el Hotel Touring Club -por antonomasia, el café de Trelew. Allí nos encontramos con Rodolfo "Piti" Ap Iwan, de profesión poeta. Aprovechando la casi reciente aparición de su obra Cabeza de tarro, nos distendimos en un fructífero diálogo en el que los silencios estuvieron de más. El oficio de escritor, la carrera de Letras, el ámbito académico, el público lector y la lucha por un lugar en el campo literario zonal son algunas de las cuestiones sobre las que se explayó, solemne y sin elucubraciones, este joven artesano de la nueva poesía que se huele en la Patagonia.
¡Mozo, un poeta!


¿Cómo surgió Cabeza de tarro? ¿Hace cuánto venías con la idea de hacer un libro? ¿Iba a ser Cabeza de tarro o iba a ser otra cosa? ¿Tenía ganas de publicar? ¿Estabas escribiendo para un libro?
Cabeza de tarro estaba armado en formato de librito artesanal. Surgió entre el '99 y el 2001, más o menos, justo en una época de crisis institucional del país, que me parece que está medianamente reflejada por la idea en general del libro. Lo hice de forma artesanal porque me parecía que era la única forma en que se podía editar un libro en la zona. Me parecía que en el momento estaba bien y que no hacía falta más. Era más que nada para los amigos que para sacarlo realmente o editarlo. Después se armó Bajo los huesos y me propusieron –si yo quería, si tenía ganas, si me sentía bien-, editarlo en forma de libro tradicional. Les dije que sí y ahí cambió la historia. Agregué un par de poemas más, que son de otro librito artesanal que yo había hecho, que se llamaba Cero, que me gustaban muchísimo, pero siempre bajo el nombre de Cabeza de tarro. Entonces se editó el libro, se hizo una tirada de doscientos ejemplares.

¿Y por qué ese nombre, es decir, por qué Cabeza de tarro?
Porque a mí me parece que ser cabeza de tarro es ser argentino. Todos somos un poco cabeza de tarro en el fondo y hacemos cosas que sabemos que están mal hechas y las hacemos igual, indefectiblemente. Y no queremos solucionarlo. Lo hacemos instintivamente.

¿Y Maradona en la portada del libro?
Cuando se presentó el momento de hacerle la tapa, yo no sabía muy bien qué hacerle, qué tapa ponerle. Primero le quería poner algunos presidentes, algunos gobernadores… Después decidí ponerle a Diego Maradona, que me parece que es el cabeza de tarro por excelencia: el que hace todo inconscientemente, es como un animal que aprendió el lenguaje, hace todo por instinto. Creo que todos incorporamos esa forma de vida a nuestra vida cotidiana, somos todos un poco Diego Maradona, en realidad. Esa es la idea de
Cabeza de tarro: una crítica al ser argentino.

¿Cómo es recibido eso?
Hay gente que lo comprendió y gente que no, que piensa que yo soy fanático de Diego. Futbolísticamente, adoración, pero como persona lo aborrezco, me parece totalmente indeseable.

Los títulos de los poemas: ¿los pensás mucho o son producto del azar?
Surgieron muchas críticas o preguntas en cuanto a los títulos que les pongo a las poesías que escribo y ya lo expliqué cuando presenté el libro. Yo no le pongo título realmente a las poesías. Yo escribo, corrijo lo menos que puedo –lo mínimo indispensable, algún tiempo verbal-. Después, lo que hago es ponerle cualquier título, lo que me pinta en el momento, lo que escucho en la radio, no importa si tiene que ver o no con la poesía. A veces cae justo y a veces, no.

¿No importan los títulos?
Muchos me han dicho que tiene importancia el título de una poesía, pero para mí, no. Lo importante es lo que dice adentro, lo que a vos te signifique. Uno lo escribe para uno, que cada uno haga su interpretación cuando lo lee.

¿Cómo imaginás la recepción de Cabeza de tarro en el ámbito académico?
Creo que va a caer como un “no es poesía”. Sé que académicamente soy casi incorrecto para escribir. Me gustan mucho los lenguajes que se usan en la calle, soy de putear bastante, de inventar palabras, de juntar dos en una. A la gente académica eso mucho no le gusta. Además, el ámbito académico está lleno de personas, de las cuales muchas mujeres escriben y todavía piensan que la Patagonia es un desierto con cuatro personas adentro y le siguen escribiendo al viento, a la hojita que se mueve, al río que va corriendo... Y ya somos una provincia con cuatro ciudades que superan los cien mil habitantes, somos generaciones urbanas, pasó la década del cincuenta. Ellas tienen esa forma de escribir, yo las respeto, porque son parte de la tradición, pero ya está, todo llega hasta cierto punto y se termina. Les cuesta aceptar que vienen nuevas generaciones de escritores, no les gusta, se sienten mal. ¿Se sentirán viejas, que pasaron, que quedaron en el camino? Porque no es quedarse en el camino: son parte de una tradición y de una historia, que hay que tener en cuenta. Siempre hay que tener en cuenta a los escritores que estuvieron atrás para uno poder acoplarse. Sería bueno que esas personas de ese ámbito apoyen, pero no apoyan, siempre quieren destruir, constantemente. A mí me ha pasado, yo me he peleado con un par de estas señoras. Uno se esfuerza por hacer lo mejor posible y ellas siempre tratan de destruir. Además, al estar instalado, es más fácil destruir que crear. Y uno queda siempre ahí, peleándola abajo.

¿Supuestas creadoras inhiben la creatividad? ¿Cómo es eso?
Sí, están con esa fórmula y quieren que siga persistiendo. No digo que no tiene cabida. Se le puede dar una vuelta de tuerca, por supuesto, pero no se la dan. Una vuelta de tuerca es poder abrir un poco la cabeza y ver lo que tenemos alrededor. No lo hacen porque no les sirve, no les conviene, porque hay que darle lugar a este y ese. Y no sé qué tan importante es el lugar.

¿Por qué? ¿Qué significa, para vos, ser escritor?
Ser escritor no significa más que trabajar en pos de la cultura. No es que estás en tu casita, nadie te molesta, sos lo mejor del mundo y va a venir el periodista a preguntarte: “¿Qué piensa usted, señor escritor?”. ¡No! Sos un tipo que va al baño como todos, que labura, que se rompe las manos, barre la casa, lava los platos, se emborracha a la noche y cosas por el estilo, como todos, un boludo más. Lo que pasa es que hay un imaginario según el cual el escritor es un volado. Y no es así. El escritor paga las cuentas, no llega a fin de mes y en el medio de todo eso trata de escribir.

¿Para qué escribís o se escribe?
Me parece a mí que uno tiene que escribir o escribe para disfrutar. Como es un placer para muchos leer o para otros salvar vidas, hay gente para la que es un placer escribir. Y no hay que darle más importancia ni menos de la que tiene. Contribuir con la cultura de una ciudad, de una provincia, de una región y, en definitiva, de un país me parece que es muy importante, no es una cosa menor. Tampoco hay que llevarlo al extremo de decir “es lo mejor del mundo”. ¡No! Es un escritor y punto, como cualquier otra persona.

¿Escribís para alguien en especial, un público determinado, algún tipo de lector?
No, pero entre adolescentes y gente de hasta menos de 50 años me siento mucho más cómodo, me siento bien. Los adultos jóvenes estamos insertos en otro vocabulario, en otra empresa, en otra forma de vida y hay una comodidad, me siento mejor. Creo que escribo para ese tipo de público. Más allá de eso, no sé.

Actualmente, entre el trabajo, la familia… ¿tenés tiempo para escribir?
Sí, a la noche, después que el mundo y mi hijo se duermen y estoy tranquilo, escribo. Por lo menos, trato de escribir, si bien yo no soy una persona que se fuerce a escribir. Es bastante irreal forzarse a escribir, es como forzar algo que no tiene sentido. Sí hay noches en las que tengo muchas ganas de escribir y escribo y tiro ideas. Siempre escribo, pero de noche. Siempre me sentí más cómodo escribiendo de noche. El ánimo se calma, toda la mala onda del día se va. Siempre hay que escribir.

La carrera de Letras, ¿por ahora abandonada?
Es falta de tiempo más que nada. Para mí, la
Licenciatura en Letras es un placer. Más allá de toda la cuestión académica que tiene (que no la discuto, tiene que ser así, tiene que tener un marco), me apasiona. Me gusta mucho leer, intercambiar opiniones, analizar… Con la venida de mi hijo y el trabajo se hace difícil, pero me voy a hacer los tiempos como para, por lo menos, empezar a seguir la carrera hasta tratar de terminarla en algún momento. En ese sentido estoy tranquilo porque sé que la voy a terminar porque es algo que a mí me hace bien. Para mí, la Licenciatura en Letras es conocer constantemente distintos mundos. La carrera en sí no me significa realmente un trabajo; me significa el valor que tiene como estímulo propio.

¿Hace cuánto escribís?
Empecé a escribir a los 16 o17 años. Me resultó siempre mucho más fácil escribir que hablar, es decir, expresar los sentimientos escribiendo que hablando con un amigo, un pariente, mi vieja o mi viejo. Siempre me resultó más sencillo. Era como una forma de desahogarme sin tener que pedirle ayuda a nadie más que a una hoja en blanco. Cuando estaba en segundo año de la carrera tuve como un choque entre lo académico y lo que yo escribía. Pensé: “¿no contaminaré lo que yo escribo con los academicismos y las materias?” Porque yo tengo mucho problemas con las gramaticales. Para mí, es matemática y me parece que no sirve absolutamente para nada. Y por seis o siete meses no escribí. Hasta que me di cuenta que tenía que saber separar entre lo que yo escribía y lo que estaba estudiando. Lo que pasa es que es muy difícil. Pero vos te hacés un camino. Cuando empezás a escribir, escribís cualquier cosa y vas buscando la forma de escribir donde te sientas cómodo. Y yo encontré el ámbito donde dije: “escribiendo así me siento bien, puedo expresar cómo siento”.

Entrevista incluida en la Revista Pro-letrarios Nº 2.
Damián Franckovick.

viernes, 10 de julio de 2009

Palabrópolis...

Palabrópolis es una isla de ubicación desconocida. Sólo sabemos que en ella no habitan humanos, sino las verdaderas palabras (v.p.) cuya impura descendencia nos ha clasificado la existencia en idiomas. Las razas de las dichas, las pensadas, las sugeridas y las apenas vislumbradas se disputan el poder. Algunas de la v.p. han llegado a la Patagonia en busca de mentes donde morar. Por ahora, estas palabras foráneas habitan clandestinamente en nuestras bocas y comienzan, poco a poco, una guerra en la que no se sabe cuál de ellas será la última…

Damián Franckovick

miércoles, 8 de julio de 2009

PRO-LETRARIOS Nº 2...


Desde la remota Palabrópolis...

...menos "pior" que la anterior.

sábado, 4 de julio de 2009

EL PRADO DE LA DESNUDEZ, DE GONZALO VERA...

Reseña incluida en la Revista Pro-letrarios Nº 2:



Con una tirada de 500 ejemplares, El prado de la desnudez, del poeta bolsonense Gonzalo Vera, fue impreso “en el caluroso mes de noviembre de 2.008 en los talleres gráficos del Mallín Ahogado”. El libro cuenta con fotos de Sebastián Montes; diseño de Leandro Tonetti y Santiago Tercic; dibujos de Mariela Guarino y el ya nombrado Montes. Múltiples partes dan unidad a la obra: la declaración inicial (“No hay derechos ni autor, ni propiedad intelectual sobre las voces que se escuchan en este libro…”), las “Breves palabras previas” a modo de prólogo, la dedicatoria a Catalina y las tres secciones de poesía anunciadas en el índice del final: “a mares”; ¡minga!” y “mapa de rutas, ríos, desvíos y desvaríos varios”. Cada una de estas secciones es encabezada por un epígrafe y una ilustración.

El prado de la desnudez no pretende ser el libro fundacional de una nueva tradición o poética. Por el contrario, en las palabras de Antoine de Saint-Exupéry, Eduardo Galeano, John Lennon, Octavio Paz, Miguel Hernández, Jorge Spíndola, Víctor Jara, Antonio Machado, Cristian Aliaga, Ernest Hemingway, Sodó y tantos otros compañeros de viaje que no lo abandonan, el poeta, incansable bohemio, persigue sus propias huellas, como en la infancia, según confiesa con añoranza, se buscaba al juntar las bolitas desparramadas. Así, varias son, a lo largo del libro, las voces oídas, pero sólo la de él es la que las dota de sentidos al citarlas y resignificarlas. Por esta razón, casi no hay neologismos. Lo que hay es convivencia de poesía en verso y en prosa, no de prosa y poesía; asimismo, una combinación tal de palabras, que algunas líneas u oraciones, incluso las tomadas de quienes son sus referentes, suenan como pronunciadas por primera vez o, como dice Gonzalo en el prólogo, desprovistas de ese alquitrán que adquieren en el tonto uso diario.

El gran tema del libro es, a mi entender, la búsqueda. En efecto, las palabras constituyen, para el yo poético, una herramienta de exploración constante. La infancia imborrable, los amores pasados, viejas amistades, reencuentros furtivos, abrazos casi fugaces, el abuelo muerto, la voz del padre ya ausente, la hija cielonauta, insisten en retornar una y otra vez para confirmarle al poeta la soledad en la que se halla inmerso. Según revela, él es nadie y sólo busca para olvidar. Sin embargo, al acompañarlo en su viaje, advertimos que la búsqueda del poeta tiene, al menos, tres fines: el amor de una mujer, la amistad de un hombre y un lugar en el mundo donde pueda compartir, aunque sea como un último consuelo existencial, la amistad y el amor.

El tono predominante en la voz del yo poético podría caracterizarse como triste, apenado, lloroso, ya que denota sentirse herido, angustiado, lastimado por la experiencia de una vida poblada de obstáculos, trabas y pruebas no del todo superadas. Además, está cargado de nostalgia, recuerdos y anhelos en los que no dejan de vislumbrarse flores oscuras, olas tapadas, mariposas que matan, una monotonía multicolor, una maravillosa tristeza, una muerte indolora, la imposibilidad de seguir respirando, encrucijadas de caminos que sólo sirven para partir, dormir y amanecer con la resaca en cualquier parte, excepto en una cama.

La Vía Láctea, las estrellas, el cielo, la luna y el mar son los elementos con los que en forma constante se reencuentra el poeta, intentando conseguir la concreción de un último aleteo que le permita tomar vuelo, desmaterializarse, levitar, levantarse por encima de la realidad que lo cerca hasta llegar a ser poesía plena de desnudez a la que no le quepa otro ropaje que la belleza. Mientras tanto, el sol brilla por ausente o, en todo caso, deviene en la marca de un recuerdo feliz ya del todo irrecuperable. El amanecer, el atardecer y la noche son los momentos para la poesía angustiada y lastimera de un viajante cansado. Este sólo porta una mochila, y en ella, canciones y poemas que, desde hace mucho, aunque no lo entienda nunca, hablan de él y con él.



Damián Franckovick

viernes, 3 de julio de 2009

CONVOCATORIA A BECAS PARA TALLERES DE CAPACITACIÓN EN NARRATIVA Y POESÍA...



En el marco del programa “Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina”, orientado a promover las disciplinas artísticas, literarias y artesanales de cada provincia, el Fondo Nacional de las Artes ha proyectado dos talleres literarios, uno de narrativa y otro de poesía, destinados a poetas y narradores de toda la provincia de Chubut. Los dos talleres darán comienzo en el mes de agosto de 2009, tendrán una duración de cuatro meses y se desarrollaran, de manera intensiva, durante un viernes y un sábado de cada mes.
El taller de poesía estará a cargo de la poeta Irene Gruss, y ell taller de narrativa estará a cargo del novelista y narrador Leopoldo Brizuela.
Los dos talleres tendrán lugar en la ciudades de Puerto Madryn y Esquel, dos meses en cada una de estas ciudades. Cada uno de los dos grupos de taller estará integrado por hasta doce becarios que podrán residir en distintas localidades de la provincia de Chubut. Los becarios que no residan en la ciudad en que se lleve a cabo la actividad programada tendrán cubiertos los gastos de traslado y de estadía durante cada sesión de taller.
La realización de este proyecto cuenta con el apoyo y la colaboración de las Subsecretarías de Cultura de las ciudades de Esquel y Puerto Madryn.

Requisitos:
Los interesados en integrar los grupos de taller deberán enviar:
-Taller de Poesía: Tres o más poemas. La totalidad de los textos no debe exceder las 10 páginas.
-Taller de Narrativa: Dos o más cuentos o un fragmento de novela. La totalidad de los textos no debe exceder las 25 páginas.
En uno u otro caso las páginas deben estar numeradas y en cada una debe constar el nombre de su autor.
En página aparte deberán consignarse los datos personales del solicitante: (Nombre y apellido, tipo y Nº de documento de identidad, domicilio, localidad, provincia, código postal, teléfono, correo electrónico) y un breve currículum.
De ser posible, se incluirán dos cartas de recomendación de personas con autoridad en el campo de la literatura.
Los trabajos deberán enviarse hasta el 25 de julio de 2009, por correo o vía email. Por correo al Fondo Nacional de las Artes, Alsina 673, (1087) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a nombre del Sr. Juan Balza, y en el sobre deberá decir: Pertenencia: taller de capacitación en narrativa / poesía (escribir una sola de las dos opciones). Vía email, los trabajos deberán enviarse en un attach, a la dirección juanbalza@fnartes.gov.ar

La selección será efectuada en cada caso por el coordinador propuesto para cada grupo y por la Comisión de Letras del Directorio del F.N.A., integrada por los escritores Luis Chitarroni y Liliana Heker,

Orientación para los postulantes

Se debe tener en cuenta que esta propuesta no es la de un concurso literario. Apunta a darles una posibilidad de crecimiento y perfeccionamiento a creadores con condiciones para el oficio literario. No se tendrá en cuenta, entonces, la perfección de un texto sino el talento y la genuina originalidad que ese texto revelen.